Los canales de riego prehispánicos que convirtieron a Lima en un oasis en el desierto - Arqueología | Razón y Saber



Miercoles 31 de Diciembre del 1969

Los canales de riego prehispánicos que convirtieron a Lima en un oasis en el desierto


Canales de riego prehisp


El arqueólogo estadounidense Tom Dillehay y otros han identificado el que probablemente sea el canal más antiguo del Perú, ubicado en el área de Nanchoc, en el Valle de Zaña, en la región de Cajamarca (Andes del Norte). Se ha establecido, por radiocarbono, que data de aproximadamente de 3400 años A. C. En el caso de Lima, un estudio de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) sugirió que el primer canal puede datar del 2000 A.C., estando asociado al antiguo templo de “Las Salinas”, en el distrito de El Agustino, contiguo al Rimac.

Durante el período conocido como Intermedio Temprano (200 a. C. - 800 d. C.), las civilizaciones de esta parte del Perú crearon un desarrollo urbano diferente al de épocas anteriores. Mostraron un mayor grado de manejo agrícola, gracias a los grandes sistemas de riego en ambas orillas del río Rimac (Canziani 2009). Según Narváez (2013), arqueólogo y uno de los principales expertos en los canales de Lima, “La complejidad de las sociedades que existieron durante la época prehispánica en este valle se expresa en la existencia de una arquitectura monumental, con enormes pirámides… Conformando complejos y grandes asentamientos, gracias a la existencia de sistemas de riego que cubrían varios kilómetros aumentando los campos agrícolas disponibles en el valle, y por la existencia de un sistema jerárquico en el patrón de asentamiento y en el ejercicio del poder”.

Santiago Agurto, arquitecto peruano que trabajó en este período, creía que la construcción del sistema de canales temprano “… permitió a la gente de la cultura limeña independizar su desarrollo urbano de la ribera del río y poder construir asentamientos ceremoniales y administrativos en el corazón del valle, en espacios amplios y planos aptos para permitir un gran desarrollo urbanístico”. Al menos cinco culturas prehispánicas diferentes se han asentado a su vez en lo que hoy es la ciudad de Lima, dejando un legado de más de 500 sitios arqueológicos. Cada una de esas culturas mejoró y/o expandió lo que existía anteriormente. Los últimos en ocupar estas tierras, antes de los españoles, fueron los incas, desde el año 1450 hasta el 1530.

Las culturas prehispánicas no solo pudieron construir extensamente en el valle, sino también dedicarse a la agricultura, tanto que hasta la llegada de los españoles, las comunidades del valle habían logrado crear una red de 250 km de canales, irrigando 30,000 hectáreas de tierra que anteriormente habían sido desérticas. Fue la extensión del sistema de riego lo que llamó la atención de los cronistas españoles en el siglo XVI, aludiendo a ellos como obras que se habían mantenido continuamente a lo largo de los siglos para asegurar la distribución del agua en todo el valle (Flores Zúñiga 2009). “Aprovecharon el agua de los ríos, irrigando todos los terrenos donde llegaba, y esta obra de sus acequias fue una de las más grandes y admirables que tuvieron, porque estaban bien hechas y con tanto orden, que es asombroso considerar cómo, sin nuestras herramientas, podrían cavar y construirlas…”, Bernabé Cobo.

La agricultura siguió floreciendo con los nuevos cultivos introducidos por los europeos, como aceitunas, manzanas y caña de azúcar. Varios registros mencionan que hasta mediados del siglo XX existían unas 800 'haciendas', fundos y fincas en Lima, todas ellas beneficiadas por el sistema de riego prehispánico existente. El historiador peruano Jorge Lossio, señaló que incluso en la década de 1950, Lima todavía era una ciudad autosuficiente. Los canales se utilizaron hasta mediados del siglo XX, cuando la ciudad entró en un proceso acelerado y desordenado de crecimiento urbano, que el antropólogo José Matos Mar describió como el “desbordamiento popular”. Los canales fueron necesarios para regar cada vez menos áreas, y en parte por esta razón muchos se redujeron de los seis metros anteriores a un metro y medio de ancho. En la década de 1970, la mayoría, si no todas, de las antiguas plantaciones habían desaparecido bajo la nueva ciudad.

Se encontró un nuevo papel para los canales sobrevivientes, ya que se utilizaron para el riego de parques, jardines y áreas verdes. Al mismo tiempo, sin embargo, la vulnerabilidad de estos canales se hizo más evidente. Algunos de ellos, en otras partes de la ciudad, fueron destruidos o desaparecieron bajo el cemento. A lo largo del recorrido del canal Surco, aún existen factores de riesgo que siguen siendo una preocupación, como el crecimiento urbano no regulado, la invasión de terrenos privados y/o públicos, el vertimiento de residuos, el uso ilegal del curso de agua y el desvío de la ruta sin autorización, y estas fueron algunas de las razones por las que se lanzó la campaña: “Canales de Lima: 2000 años regando vida”.

De los cuatro canales principales originales que existían en el valle bajo del río Rímac, en Lima, en el momento de la llegada de los europeos en el siglo XVI, la campaña se centró en uno de ellos: el canal Surco, el mayor de estos. Junto con otro canal en la zona, el Huatica, abastece de agua a un área de 1150 hectáreas, irrigando 711 parques en 17 (de 43) distritos de Lima donde viven más de tres millones de personas. Esto representa el 85% de todas las áreas verdes en esa parte de la ciudad. El canal de Surco trascurre a lo largo de 29.5 km desde su nacimiento en el río Rimac hasta el Océano Pacífico, y el Huatica a 15 km. Dados los crecientes riesgos que los afectan en una ciudad donde la planificación en gran parte no está regulada, la campaña enfatiza su importancia para el futuro de Lima.

Bernabé Cobo (1582-1657): Historia de la fundación de Lima.