En los “últimos días de la prensa”, Jaime Bayly caricaturizaba a la familia Salazar, eran los Larrañaga en su novela. Los mostraba como incapaces, inmorales, alcohólicos, y sobre todo responsables de que un diario con la historia que tenía La Prensa desapareciera.
“…Las cosas en La Prensa no están bien, los canjes publicitarios, lujos, viajes y autos acabaron ese periódico. En el último día que La Prensa vio la luz, todo fue un alboroto, no había dinero para pagar a los trabajadores quienes se preguntan ofuscados: Si no hay plata, ¿cómo así el hijito del director se ha comprado un convertible que va a todo cuete, dime tú? Si no hay plata, cómo así la Patty (la secretaria del director) y sus compinches se dan unas tremendas comilones en el Sheraton, ah? Si no hay plata, ¿cómo así la esposa de don Antonio va y viene de Miami como tú y yo vamos a la bodega del chino de la esquina, pues, hijo? toda la plata de ese periódico se la llevó la familia Larrañaga”, se pregunta y responde uno de los personajes de Bayly en la novela.
Arturo Salazar Larrain, ex director del diario La Prensa, siempre ha sido un hombre de la extrema derecha católica, formando por Pedro Beltran, muy cercano a Rafael Rey Rey, por cuyo partido fue congresista durante el segundo gobierno de Fujimori. Federico Salazar, su hijo, es su heredero en el periodismo.
Cuando uno lee a Federico Salazar en El Comercio, y releemos Los últimos días de la prensa, viene a nuestra mente ese periodo de decadencia de los años 80’s, cuando el Perú se terminó de joder. Parece que para los Salazar este nuevo Perú, siglo 21, es incompatible con sus valores, callan cuando les conviene, ¿alguna vez Arturo Salazar desde su escaño de congresista denuncio el autoritarismo fujimorista, o las relaciones poco claras del asesor Montesinos con el presidente? ¿Alguna vez en los 90’s Federico Salazar se mostró abiertamente hostil con Fujimori o Montesinos?
Hoy Federico Salazar si tiene el valor todas las semanas, como no lo hizo cuando Fujimori, Hermosa Ríos y Montesinos reinaban en el Perú, y la democracia solo era una pantomima, de vapulear a Vizcarra desde su columna de El Comercio, y para ello se vale de medias verdades, de sus opiniones sin sustento, de callar cuando conviene, y usar la ley según beneficia a sus intereses. ¿Por qué usa todas sus energías Federico Salazar en desacreditar la presidencia de Vizcarra? Sin duda se debe a que en el desprestigio de Vizcarra esta la oportunidad de la extrema derecha de alcanzar el poder, pequeña posibilidad, en el 2021, pero sobre todo porque los Salazar representan a ese Perú oligárquico que no quiere cambios. Cambios que puedan afectar los privilegios de su clase.
Los Salazar se aferran a ese Peru clasista, informal, de familias a las que por el solo apellido o amistad podían entregarles un diario, o hacerlos periodistas. En buena cuenta algunos de los jóvenes que recluto Salazar Larrain en la prensa de los 80’s no llegaron a la prensa por sus talentos, sino porque eran hijos de amigos, recomendados. Es el caso de Jaime Bayly, quien su madre le pide a Arturo Salazar Larrain le dé un trabajito a su hijo. Hasta ahora debe, la madre de Jaime, arrepentirse por aquel encargo.
Al parecer Federico, como cuando fue la imagen amable de los Crousillat, no supo, percibió o palpo, como buen periodista, que estaba en un medio que silenciaba algunas noticias, manipulaba la información, y mantenía la autocensura informativa, vive en una isla, apartado de la realidad.
Federico tiene el mismo lema del juez corrupto César Hinostroza: “No es ético, no es moral, pero es legal”. Ese es el tufillo que nos deja cada semana sus columnas. El periodismo de Federico, al que sus jefes le pagan en exclusiva para que critique y ofenda abiertamente al presidente de la república, no es ético, ni moral.
Un periodista no está para satisfacer las necesidades de sus empleadores, sino que debe estar comprometido con la verdad. Usar interpretaciones constitucionales para defender a un congreso que, por el bien del Perú, debió convocar elecciones anticipadas, no para darle el gusto a Vizcarra sino para darle una segunda oportunidad a la democracia que estaba siendo violentada por ellos mismo, que se negaron a discutir los cambios en el sistema político y de justicia peruano. Las calles pedían un cambio, y el congreso se negó.
Federico Salazar lo legal antes que la ética
“A partir de las grabaciones que hemos escuchado, ¿se puede hablar de una “organización” criminal en el caso de los jueces y magistrados CNM? Para que haya “organización” (criminal) alguien debe ordenar acciones encaminadas al delito con carácter estable, permanente o por tiempo indefinido. Con relación a los funcionarios del CNM, con mandato finito, ¿se pudo crear un organigrama criminal por tiempo indefinido?”, escribe el buen Federico en su columna del 19 de mayo del 2019, el no ve un accionar criminal en el ex Juez Hinostroza y en los magistrados.
Lo que no menciona Federico es que el ministerio público ha sido impedido de profundizar sus investigaciones al haber negado el congreso, destituido, que se investigue a los magistrados Iván Noguera, Guido Aguila, Julio Gutiérrez Pebe y Orlando Velásquez con quienes Hinostroza mantenía una red de favores. Favores que permitían a Walter Ríos decidir sobre fiscales y jueces del Callao. El poder de Walter Ríos en el Callao estaba en el decidir, más claramente a dedo, quienes serían jueces en el Callao, o quienes serían reemplazados, que fiscal obtendría una plaza o cual sería promovido. No era un poder cualquiera. Federico quiere presentar aquello como una falta, no como un delito que se repite en todo el país, y era la gran oportunidad que tenía el Perú para investigar a cientos de jueces y fiscales que todos sabemos reciben dinero a cambio de no hacer justicia, o mejor dicho permitir que sea el dinero quien dirima.
No es de extrañar que aquel artículo de Federico Salazar, sea casi un calco de las palabras de la vocera de Fuerza Popular, en ese entonces, Úrsula Letona, quien cuestionó el informe presentado por el congresista Pacori que buscaba incluir a los magistrados, pues –a su juicio– estuvo incompleto y con vicios. “Aquí no hay blindaje, hay ánimo de que las cosas se hagan bien”, señaló Letona. Se hicieron tan bien que no hay denuncia contra los magistrados hasta ahora.
Salazar y Letona siempre tiene a la ley en la punta de la lengua o de su pluma, ambos parecen siguen un mismo guion, buscar manipular la verdad. Para ambos antes de la disolución del congreso vivíamos en una democracia plena, donde la justicia reinaba, en el Perú de ellos todo estaba bien hasta que llego Vizcarra y sus planes locos de cambiar el sistema político y de justicia peruano.
En su artículo del 15 de septiembre 2019 lo reafirma: “El gobierno pidió al Congreso reformar la Constitución para reducir el mandato otorgado en las elecciones del 2016 (“adelanto de elecciones”). El gobierno quiere que sean cuatro y no cinco años. El Congreso podría (y debería) rechazar el pedido. En ese caso, se ha dicho, el gobierno podría pedir un voto de confianza”. Si, el columnista estrella de El Comercio recomienda no reformar la constitución, y mantener todo como estaba.
La gran pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué el grupo El Comercio se aferra al sistema corrupto del cual la mayoría de peruanos estamos hartos? No está claro que en el referéndum del 2018 casi el 90% de peruanos apoyamos un cambio, y que la disolución del congreso se debe a la negativa del congreso aprista, fujimorista y de Alianza para el Progreso para acelerar esos cambios y que las elecciones del 2021 se rijan con las nuevas normas, que impidan que nuevamente, como hemos sabido después, empresarios aporten desde el anonimato a las campañas políticas, usando su donaciones para influir en las decisiones del poder ejecutivo, como del legislativo.
Federico vive en una burbuja, lo sabíamos en los 90’s cuando él, un hombre que se definía liberal, no escriba ninguna línea sobre la economía mercantilista del régimen fujimorista, donde para ganar elecciones se hipotecaba el destino del Perú. Después de todo, aunque no lo diga Salazar, el padre de los populistas latinoamericanos siglo 21 es Fujimori. Y si la derecha extrema combate el populismo, ¿cómo defienden con uñas y dientes a un partido que es la esencia del populismo peruano’
“¿A qué se refiere? ¿Al cierre inconstitucional del Congreso? ¿A la devolución de más de S/500 millones en favor de Odebrecht? ¿Al año de gestión de César Villanueva como presidente del Consejo de Ministros?”, se pregunta Federico en su artículo del 9 de diciembre 2019. Usa las misma medias verdades del aprismo y fujimorismo para golpear a Vizcarra. Sabe Federico, lo sabe muy bien, que el pago a Odebrecht no es una decisión del poder ejecutivo, el mismo Vizcarra, dijo estar en desacuerdo. El acuerdo de colaboración con los brasileños, y sus condiciones fueron hechos entre el poder judicial, y la constructora brasileña, el procurador del estado participa, pero no puede negociar acuerdos.
En qué momento se convirtió en el abanderado de la democracia, esa que permitió por décadas que los congresistas recibieran dinero de cualquier benefactor, o que jueces y fiscales liberaran según su conciencia a cualquier criminal. ¿Extraña Federico esas épocas donde ningún político respondía ante el poder judicial por sus actos? ¿Extraña las épocas en que era el rey de La Prensa y el mundo giraba en torno a canjes?
Es hasta absurdo que ese mismo mudo Federico de los 90’s escriba ahora cada semana contra Vizcarra: “Vizcarra no cerró el Congreso para hacer reformas. Lo hizo simplemente porque le sumaba aplausos… Esa es la frívola razón por la que se rompió la Constitución en el 2019”. Columna del 10 de noviembre 2019. Federico cree, sabe, lo que pensaba Vizcarra, él tiene la verdad, la verdad que el diario El Comercio y la familia Miro Quesada, le permite publicar. No recuerda, por supuesto, los intentos del presidente para hacer las reformas que necesitaba nuestra democracia, ante una crisis como la que se vivía, con un poder judicial y legislativo que era o es, considerado por la población como corrupto.
Federico puede en sus editoriales hacernos creer que no había razones para que Vizcarra obligue al congreso a hacer cambios “antojadisimos”, pero las había. Y si el lee historia, sabe muy bien que las revoluciones llegan cuando las democracias no son capaces de hacer las correcciones precisas del sistema. Le sucedió a Venezuela antes.
Mantener el orden establecido, tradicional, puede ser ventajoso para Federico y los columnistas de El Comercio, para el Grupo El Comercio, para el Apra, el fujimorismo o para los empresarios, pero deberían entender, o alguien explicarles, que aferrarse al viejo sistema, del cual se han beneficiado puede en el futuro inmediato traernos sorpresas desagradables.
Ya le paso al Perú de 1968, cuando el apra y el odriismo (si en este país los dictadores crean franquicias políticas) se aliaron para detener las reformas económicas, como la agraria, que el presidente Belaunde promovía. Si la reforma agraria se hubiera discutido y alcanzado un consenso entre los distintos grupos politicos, se habría eliminado el leitmotiv de Velazco para dar el golpe de estado, ese de: “La tierra debe ser para quien la trabaja” y “Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza”, acabar con la injusticia social, la pobreza de los campesinos, la parálisis económica que sufrían los campos de la sierra en manos de terratenientes, era el clamor de buena parte de los peruanos, que no buscaban acabar con la democracia, sino transformar el sistema en 1968, y no fueron escuchados. Si, como ahora no escucha Federico Salazar, porque como en los 90’s vive en una gran burbuja.