Los medios de comunicación peruano se deben al rating, no es difícil de entender por qué, desde la liberación de Antauro Humala, le han dedicado a este reportajes y entrevistas en horario estelar. Antauro es la actual vedette de la política peruana, y él lo sabe, se regodea con ellos, los medios de la plutocracia peruana le siguen su juego político, aunque crean que, denunciando sus excentricidades, sus discursos apocalípticos y recordándonos su responsabilidad en la muerte de cuatro policías durante el Andahuaylazo, desenmascaran al monstruo ante sus televidentes.
Lo que realmente hacen es darle la oportunidad de exponer sus demenciales ideas, y el legitimarse ante un sector de la población peruana que consideran a los medios limeños parcializados, que han sostenido a regímenes políticos corruptos recibiendo millonarios contratos publicitarios.
Para los políticos no importa si hablas mal o bien de ellos, lo que necesitan es que hablen de ellos, que su imagen y mensaje siga vigentes. Alan Garcia era invitado frecuente en los estudios de Radio Programas del Perú (RPP), era casi su segunda casa, allí podía explayarse sobre cualquier tema, y bien se sabia que ningún periodista, sobre todo su favorito, Raúl Vargas, le haría alguna pregunta incomoda sobre los casos de corrupción en sus dos gobiernos, o sobre los signos de riqueza que él, su esposa y sus hijos mostraban a todos.
Para Antauro ser criticado por esa prensa que antes, por dinero, encumbraba la imagen de Alberto Fujimori, o que durante la última campaña presidencial descaradamente se alinearon con la campaña de Keiko Fujimori, es un éxito.
Lo realmente absurdo es que la familia Miro Quesada, cuyo poder mediático es casi monopólico en el Perú, siga la misma estrategia periodística que ya les hizo fracasar en las elecciones del 2011 y el 2021, dedicarse a denostar al político que les desagrada. Y eso es justamente el problema que tienen los Miro Quesada, el que un político les desagrade hace que para una gran mayoría de peruanos cobre interés este. Esta claro que los Miro Quesada manejan sus medios como cualquier negocio que poseen, lo probaron cuando despidieron a periodistas independientes que se negaron a permitir su intromisión en su trabajo, el problema es que la pésima imagen que tienen encumbra a cualquier candidato, y es el caso de Antauro Humala.
¿La prensa debe ignorar a Antauro Humala?
Los medios de comunicación peruanos han perdido no solo credibilidad, sino público, cada vez hay menos personas que ven los canales de señal abierta, y del cable, como Canal N. Es comprensible que busquen rating convocando a Antauro Humala, el monstruo garantiza espectadores y lectores que, por curiosidad, por animadversión, o fascinación comprarán sus diarios y verán sus programas de televisión o radio.
La cuestión es que cada aparición de Antauro Humala en los medios lo acerca a un publico descontento que esta sumido en una crisis económica perpetua; lo acerca a jóvenes que nunca han tenido oportunidades educativas, ni laborales. Estos, incapaces de a salir de este marasmo, abrazaran cualquier salvavidas que les lancen, y la retorica de Antauro puede ser ese flotador, creyendo que fusilando a corruptos y nacionalizando empresas ellos van a tener las oportunidades que la democracia nunca les dio.
No solo los medios tradicionales han caído en el juego subversivo de Antauro Humala, los periodistas independientes, que hoy están en medios digitales, siguen entregándole minutos al ex militar y ex recluso. Entrevistándolo, comentando cada una de sus intervenciones en plazas del interior del Perú, y muchas veces burlándose de su elocuencia.
Antauro Humala no tiene un discurso político, sino amenazas al sistema, quiere acabar con esta república aristocrática e imponer un modelo más original, de raíces peruanas, conectado al imperio incaico. Advierte sin rubor que rodaran cabezas en su gobierno, hasta la de su propio hermano. Solo un orate podría creer que un país moderno puede ejecutar a ciudadanos por decreto, o creer, en pleno siglo 21, que el poder puede ser monopolizado por quienes presentan un color de piel determinado.
Lo mejor para el Perú es ignorar a un personaje que si no es un orate, es alguien mucho más peligroso para la democracia, de la misma magnitud que lo fue Abimael Guzmán, que con un puñado de seguidores a principios de 1980 incendio durante 12 años el Perú. Antauro, a diferencia de los inicios subversivos de Guzmán, tiene una base política y paramilitar extendida, ya tomo las armas para visibilizarse. Si algo hemos aprendido de los psicópatas en esta era digital es que cualquier acción que cometan necesitan exponerla, esperando la aprobación o desaprobación del gran público.
Antauro, y su padre, quien no perdona a su hijo mayor, Ollanta, que no lo haya incluido en el circulo cercano al poder cuando ejercía la presidencia, están tanteando hasta donde pueden llegar con sus discursos. Cuando estos mensajes se vuelvan reiterativos quizás las plazas se vayan despejando. Puedes ganar la atención del público convirtiéndote en un justiciero, amenazando a los políticos ladrones, pero con el paso del tiempo el auditorio va pedir algo más, un plan de acción que mejore sus vidas, que asegure una educación de calidad para sus hijos, salud, seguridad, trabajo, y sino es capaz de satisfacer esas expectativas simplemente lo abandonaran.