¿Chile, una segunda oportunidad para la izquierda latinoamericana? - Chile | Razón y Saber



Miercoles 31 de Diciembre del 1969

¿Chile, una segunda oportunidad para la izquierda latinoamericana?


Cuando Salvador Allende fue derrocado por Augusto Pinochet en 1973 Gabriel Boric no hab


El 4 de septiembre de 1970, después de tres intentos anteriores, el candidato Salvador Allende Gossens ganaba las elecciones presidenciales chilenas con el 36.63 %, poca más de 1/3 de los electores chilenos respaldaba, hace 50 años atrás, las ideas radicales de la izquierda chilena. Sin embargo, no era todo chile, y aquello no lo comprendido Allende que inicio un cambio radical en el sistema económico chileno que rápidamente se vieron reflejadas en la economía del país andino.

El pasado 19 de diciembre de 2021 otra vez un político de la izquierda radical chilena es bendecido por el electorado chileno para transformar el país, cambiar la estructura económica heredada del régimen de Pinochet. Hoy como en los 70's se escucha a la izquierda hablar de "crear al nuevo hombre chileno". de "socializar la economía", casi el mismo discurso de la izquierda chilena que acompaño el frustrado gobierno de Allende en los 70’s. Esta vez mas de la mitad del electorado chileno respalda a Gabriel Boric, aunque en primera vuelta, y hay que estar claros en esto, solo el 25.8% del electorado lo apoyo. Quienes ayer votaron por él no solo lo hicieron por sus agenda política y económica, sino para impedir que las ideas radicales de la derecha extrema chilena se impusieran. Algo similar a lo que sucedió en el Perú, donde un hombre de izquierda, Pedro Castillo, que no había obtenido más de 20% de los votos en primera vuelta, gana la presidencia porque la mayoría de los peruanos votaron contra Keiko Fujimori, la candidata de la extrema derecha.

Allende ha sido una figura mitificada por la izquierda latinoamericana, un paladín de la democracia que prefirió morir, se suicidó, antes de entregarse a las fuerzas de Pinochet que entraban al palacio de La Moneda. Esa idealización de Allende ha impedido que en las últimas décadas se subrayen los errores que paralizaron Chile durante sus 3 años en el poder. Allende intento hacer en un par de años cambios radicales, como expropiar miles de latifundios, estatizar la minería, ampliar el número de empresas estatales, control de precios… Medidas económicas que provocaron a corto plazo la contracción del PBI chileno, la reducción de la producción agrícola, Chile paso de ser un país casi autosuficiente de productos agropecuarios a importador. Además de aumentar la inflación, durante el periodo 1970-73 Chile tuvo la mayor inflación de toda su historia.

Gabriel Boric no es Allende, ni el Chile de hoy es el Chile de los 70’s. Hoy Chile a diferencia de hace 50 años es un país semi industrializado, con una economía globalizada, que, aunque sigue dependiendo de los ingresos mineros, casi el 60% de sus exportaciones son productos mineros, ha diversificado su producción. Hay que acotar que el estado chileno se beneficia directamente del boom minero al poseer la mayor empresa minera del mundo, Codelco, el único legado de Allende que Pinochet conservo. Chile el año 2020 exporto 71,728 millones de dólares nada mal para un país pequeño, en población y territorio. Para entender mejor el éxito económico chileno: cada año exportan más que Colombia o Argentina, países que tienen más del doble de población y territorio de Chile.

El que quiera negar los éxitos económicos chilenos lo hace por ignorancia, o en busca de réditos políticos, pero las elecciones fueron ayer, Gabriel Boric gano, y deberá reconocer lo bueno que tiene Chile en materia económica, para iniciar un nuevo camino hacia el desarrollo, la meta que deberían tener todos los políticos latinoamericanos. Si, Chile ha sido el alumno más aplicado del neo liberalismo económico, pero no ha dado el gran salto al desarrollo, sigue siendo desde hace décadas el país que tiene la tasa mas baja de pobreza de la región, el de mayor PBI per cápita, pero a diferencia de países como España o Corea del Sur, que a fines de los 70’s estaban iniciando sus reformas políticas y económicas, que los condujeron al desarrollo actual, Chile se ha estancado.

La misión de Gabriel Boric es impulsar la economía chilena, solo así podrá llevar a cabo la gran transformación social que Chile necesita, como la educación, sin recursos el estado chileno no podrá ofrecer educación gratuita de calidad, mucho menos el acceso universal a los servicios de salud. O subvencionar servicios públicos como el transporte. Si Boric quiere, o aspira, para Chile el estado de bienestar europeo no puede deshacer de la noche a la mañana el modelo económico chileno, sino ajustarlo. Tampoco puede amenazar a los empresarios con impuestos anti técnicos; en campaña puedes gritar en plazas que harás pagar más impuestos a los ricos, como presidente deberá plantear estudiar cual debería ser la tasa impositiva justa Es verdad en Europa las empresas pagan más impuestos, pero todos pagan impuestos en Alemania o España. En Chile, aunque menor comparado con Perú, por ejemplo, existe una economía informal, micro y pequeños empresarios, como profesionales, que evaden el pago de impuestos. Si Chile comete el mismo error de países como el Perú donde la clase media y alta paga impuestos, pero no recibe ningún servicio del estado, como salud, educación o seguridad, mientras los más pobres que si reciben los servicios públicos no tributan, recibiendo servicios de mala calidad.

Allende era un hombre de su tiempo, sin referencias anteriores en el plano económico experimento con un sistema comunista en Chile, algo suigéneris en la región, salvo el caso de Perú, donde por la vía de un golpe de estado el general Juan Velasco Alvarado impuso un modelo económico socialista, llevando a cabo la expropiación de tierras a latifundistas, como la de empresas con capitales extranjeros. Y por supuesto el experimento de Allende fracaso, como fracaso la revolución socialista peruana. El socialismo o comunismo son ideas políticas, pero cuando se intenta llevar a la practica en el plano económico fracasan, no solo por la mala voluntad de la oligarquía y la extrema derecha, sino porque ya es claro que no se puede producir papa o trigo por decreto ley, sino por la demanda del mercado, por el factor humano. Ni puedes controlar los precios de los productos, y culpar al empresario porque sube el aceite o el pan, sino alentar la competencia entre empresas abriendo la economía.

No es casual que los dos países mas exitosos de la región, que redujeron la pobreza mas que cualquier otro en la región, sean Peru y Chile, que vivieron experiencias comunistas, y saben cuanto pierde el presupuesto de sus países cuando mantienen empresas deficientes en manos del estado, o como el preservar controles de precio solo genera un mercado negro e inflación.

Chile necesita cambios profundos, pero lo económico y lo social van en un mismo carril; por décadas la economía era la prioridad, e iba en un carril distinto, nadie quería tocar el “éxitoso” modelo económico chileno, eso incluía las AFPs. Hoy el reto es cambiar las AFPs, pero no como lo haría un comunista tradicional, acabando con todo, sino cambiando algunos puntos que permitan maximizar las rentas futuras de los jubilados, manteniendo quizás un régimen público-privado como una segunda opción, como sucede en Estados Unidos y otros países, donde el estado es el recaudador de los aportes del empleado, y lo invierte en empresas privadas. Volver a un régimen de pensiones de jubilación donde el estado recauda y hace uso del dinero de los trabajadores sin asegurar rentabilidad solo ofrece en el futuro pobreza para los aportantes, y un estado endeudado que siempre tendrá un hueco fiscal que cubrir.

La izquierda latinoamericana, la pensante, la que considera a Maduro un dictador venezolano, y ve en Ortega a un nuevo Somoza, debe celebrar la victoria de Gabriel Boric, pero también temer, salvo en Uruguay, cuando un hombre de ideas radicales de izquierda llega al poder demuestra con sus actos que sus fines no eran altruistas, sino personales, no gobiernan en busca de alcanzar consensos políticos, sino perennizarse en el poder y tomar control de todas las instituciones del estado, y cuando su fracaso económico es evidente culpan a la oligarquía o al imperio de sabotear sus gobiernos, como hasta ahora hacen los herederos de los Castro en Cuba, Maduro y Ortega.