A Milei lo respalda el 56% de los electores argentinos, un porcentaje importante, si consideramos que el 2015, cuando gano Mauricio Macri con PRO obtuvo apenas unos seiscientos mil votos más que su rival el peronista Daniel Scioli. Milei a vencido a Sergio Massa, ministro de economía del gobierno peronista, por más de 3 millones de votos de diferencia, aquella cifra es un respaldo para las ideas económicas que el candidato de La Libertad Avanza ha pregonado en calles y plazas, como en los medios de comunicación.
Sin duda los argentinos no pueden más, son una de las democracias más sólidas del continente, llevan 40 años sin golpes militares y/o civiles, pero al mismo tiempo, y es lo paradójico, no han podido crecer en democracia, salvo los dos periodos presidenciales de Carlos Menem, la argentina ha ido en tiempos de democracia de crisis en crisis, aumentando la pobreza y la dependencia de la mayoría de sus ciudadanos a los programas sociales del estado. En ello ha basado el peronismo sus éxitos electorales en la amenaza de una mayoría de argentinos de perder las ayudas del estado que les permite sobrevivir en las crisis que el mismo peronismo los sumerge.
El después de mí el diluvio frase atribuida a Luis XV, el rey absolutista francés, es lema en el peronismo, sin ellos el diluvio arrasara la Argentina, y en este caso Milei es el diluvio, el cataclismo, la amenaza de la extrema derecha que quiere acabar con los pobres y sus derechos sociales, aunque más preciso seria decir que Milei ofreció acabar con la pobreza argentina, no con los pobres, algo muy distinto.
¿Miles tiene inteligencia emocional?
Lo que necesita hoy Argentina es lo que Milei ofreció, un cambio en el sistema, abrir la Argentina a las importaciones, no puede un país progresar cuando los políticos deciden que los argentinos deben comprar solo productos argentinos que tienen un valor superior a los que se producen en otras naciones, le cargan al consumidor local un sobre precio por que por decreto solo debes comprar Made in Argentina.
La cuestión económica esta clara en el equipo de Milei, salvo el tema del Banco Central, cuya desaparición ofreció en campaña. A estas horas, más de uno de sus asesores ya le habrá dicho que es inviable, un país del tamaño de Argentina, con el potencial que tiene, no puede depender de la moneda de otro país, cuando puede abrir el mercado de divisas, dar libertad a los argentinos para ahorrar en dólares o euros, y no temer perderlos como en otras gestiones corralito mediante.
Lo importante para el flamante presidente argentino es saber, respaldado en las urnas, que tiene carta libre para transformar la economía argentina, reducir el estado, acabar con la maquinita, como eliminar impuestos absurdos que solamente contribuyen a desalentar las inversiones privadas. La tarea es grande, pero se debe hacer antes de seis meses, sino le será imposible hacerlo, como le sucedió a Mauricio Macri, que no se atrevió a desmantelar el estado paternalista peronista y los cuatro años de su gestión fueron años perdidos.
Milei se debe ver en el espejo de Macri, el peronismo le gano el pulso político a este, los sindicatos peronistas bloquearon sus iniciativas, lanzando a la calle a los trabajadores. Un presidente debe dar muestras de inteligencia emocional, de controlar sus impulsos, cuando sus enemigos se lancen contra él. Por ello Milei no puede entrar en batallas donde el peronismo tiene ventaja, como en el aborto, intentar revertir el derecho al aborto de las mujeres argentina le abrirá otro franco de batalla política innecesaria, si se deja convencer por sectores de la extrema derecha católica, que quieren revertir algunos derechos como el aborto y el matrimonio gay. Sería un suicidio político entrar en guerra con sectores de la sociedad argentina para complacer a sus socios políticos, la campaña paso, la extrema derecha católica es una minoría con poder económico, pero su visión de país es muy distinta al de las mayorías de argentinos.
Lo que necesita Argentina es un presidente que haga lo que prometió, que desmonte un estado clientelista, parasitario como lo llamaba, para ver eso cumplido votaron 14 millones y medio de argentinos, y para materializarlo será corto el periodo de cuatro años que tiene, debiendo concentrar todas sus fuerzas en ello. Confiamos en que Macri y Bullrich lo alejaran de los halcones de la guerra que buscan revancha contra el kirchnerismo, si entra a pelear con estos no le alcanzara el tiempo para transformar la Argentina.
Latinoamérica necesita una Argentina fuerte, estable, que empuje a toda la región hacia adelante, y no, como ha sucedido en las últimas décadas, nos arrastre a todos hacia el fondo. Si Argentina fracasa nuevamente fracasamos todos.
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