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Lunes 30 de Enero del 2023

¿Una nueva constitución peruana para colectivizar las tierras?

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Una nueva constitucion peruano para colectivizar las tierras
Aunque la gran mayoría de latinoamericanos lo ignore, con la independencia muchas comunidades indígenas perdieron muchos derechos que mantuvieron desde la conquista española del imperio incaico. Muchos historiadores, sobre todo ligados a la extrema izquierda, no han profundizado sobre los pueblos indígenas victoriosos que, en alianza con las huestes españolas, acabaron con los imperios Inca y Azteca (Mexica). La mayoría de estos pueblos originarios aliados pudieron conservar las tierras que comprendían sus territorios, eran las llamadas "repúblicas de indios", espacios territoriales donde regían las leyes indianas, en muchos casos conservaron tradiciones ancestrales. Solo debían mantener fidelidad al rey español y la iglesia católica. Aquellas repúblicas de indios fue arrasadas por la república criolla que acabo con los virreinatos españoles, perdiendo sus derechos. Para la república todos eran iguales, pero los indígenas no. Muchas comunidades indígenas peruanas perdieron sus tierras entregadas por el estado peruano a terratenientes, que compraban a precios irrisorios territorios, y aunque ya existía desde la época virreinal el latifundismo, con la independencia se incrementó.

A comienzos del siglo 20, una nueva elite intelectual peruana rescato los valores indígenas, la generación indigenista, y dio a conocer al mundo, que en el Perú sobrevivía una vieja institución europea responsable de la miseria de los pueblos originarios, el feudalismo. En el interior del Perú existían grandes reinos feudales, donde los campesinos eran, en la práctica, siervos del señor feudal. Los indigenistas fueron los primeros que reclamaron por el fin del latifundismo que condenaba a millones de campesinos a la pobreza.

Con la irrupción de la revolución rusa, muchos intelectuales peruanos creyeron que el comunismo era el medio por el cual el campesinado peruano recuperaría las tierras que les habían sido arrebatadas por la república. Muy pronto verían defraudados sus esperanzas. Jose Carlos Mariategui, fundador del primer Partido Comunista Peruano, consideraba que la revolución peruana debía ser original, no un calco de la rusa. Sin duda, Mariategui comprendió que la colectivización forzada del campo ruso no era el modelo a seguir. Lenin había eliminado, literalmente, a los señores feudales rusos, oligarcas que explotaban casi todas las tierras cultivables del imperio del Zar, y entregado las tierras a los campesinos, pero inmediatamente expropio sus cosechas. La producción agraria la dejaban en manos de los campesinos, pero los productos obtenidos del esfuerzo campesino era del estado, que en unos años sería conocido como la Unión Soviética. Esto provoco rebeliones campesinas, que fueron reprimidas sanguinariamente por los Bolcheviques. Décadas después, un victorioso, Mao Zedong volvería a repetir el acto, elimino el latifundismo, entrego las tierras a los campesinos, pero expropio su producción. Esto provoco hambrunas en toda China, algunos historiadores creen que murieron millones de chinos.

La historia se pudo repetir en el Perú en 1968. El general Juan Velasco Alvarado, dio un golpe de estado, y tomo el poder respaldado por las fuerzas armadas peruanas, que reivindicaban las ideas indigenistas de principios del siglo 20. En 1969 decreto una reforma agraria que expropio todos los latifundios existentes, hasta pequeños fundos familiares. Todas las tierras eran del estado, los campesinos se beneficiaban de su producción, pero nunca obtendrían título de propietarios. A diferencia de las revoluciones en Rusia y China, en el Perú el estado nunca expropio la producción agrícola, colectivizo las tierras, lo que los campesinos producían eran para ellos, pero el estado impuso un control de precios que impidió capitalizar el agro peruano, impulsar la producción agraria y recibir los beneficios esperados por los campesinos.

Doce años después del golpe de estado de Velasco Alvarado, la democracia regreso al Perú, y los campesinos exigieron parcelar sus tierras, no querían pertenecer a cooperativas agrarias, sino ser propietarios de sus tierras. El estado peruano reconoció los derechos del campesino peruano, y de las comunidades indígenas que desde el virreinato poseía tierras. Fue una revolución social peruana que ha permitido que los indígenas y campesinos peruanos sean propietarios de sus tierras, explotarlas y beneficiarse con su producción.

Sopesando estos antecedentes históricos, deberían las comunidades indígenas y campesinas peruanas que se han sumado a la exigencia de una nueva constitución peruana, considerar si esta nueva constitución no terminara afectándolos a ellos. Quien les asegura que quienes confeccionen una nueva constitución, comunistas ortodoxos como Cerrón Bermejo, Bellido o la señora Betssy Chávez, no introduzcan la colectivización de las tierras, como lo han hecho todas las revoluciones comunistas desde 1917.

Un buen comunista leninista no cree en la propiedad privada, sino en la dictadura del estado, la producción está en manos de los trabajadores, pero sus beneficios, deben estar en manos del estado. Cuando hablan de acabar con la constitución de 1993, que aunque fue redactada durante una dictadura, fue refrendada por la mayoría de peruanos mediante un referéndum, buscan acabar con el libre mercado, es volver a las épocas cuando el estado peruano imponía un estricto control de precios, y los productores campesinos debían aceptar cobrar precios ridículos por sus productos agropecuarios.

Lo que necesita el Perú es mantener un sistema privado de tierras, limitado en su extensión, el latifundismo no debe prosperar nunca más en el Perú, que asegure tener millones de campesinos propietarios que decidan qué cultivar, y a quien vender. El mejor ejemplo de los beneficios que trajo la reforma agraria y la creación de riqueza, es el valle del Mantaro, donde se puede palpar la prosperidad de agro peruano. El milagro del agro peruano, que hoy exporta cerca de 6 mil millones de dólares cada año, se basa en la producción de parcelas familiares, que deciden qué cultivar. Una nueva constitución no solo es una amenaza para la democracia peruana, sino para el campesino peruano.

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