El 24 de enero, Richard Burr, senador republicano por Carolina del Norte, asistió a una reunión privada en el Senado con científicos y especialistas de la salud sobre la gravedad del coronavirus. La misma información privilegiada recibió Kelly Loeffler, senadora republicana de Georgia. En ese momento, muchos estadounidenses aún no entendían el peligro que representaba el virus. El mismo día de la sesión informativa, el presidente Trump, en uno de sus muchos intentos en los últimos dos meses para hacer que el virus parezca un asunto frívolo, tuiteó: "Todo saldrá bien".
Para esa fecha ya muchos especialistas advertían sobre el mínimo compromiso que tenía la administración Trump para prevenir el contagio masivo, en Estados Unidos, del Coronavirus, y por el contrario bromeaba con que era un virus chino, que no llegaría a las costas norteamericanas. “La administración ha estado preocupantemente callada sobre cómo está manejando esta crisis de salud global", manifestó en enero Thomas Wright, director del Centro sobre Estados Unidos y Europa y miembro principal del Proyecto sobre Orden y Estrategia Internacional en el Brookings Institution.
Dada la desconexión entre lo que sabían y la comprensión del público, Burr y Loeffler tuvieron la oportunidad de hacer sonar las alarmas. Podrían haber roto filas con sus pares republicanos del Congreso y haberle dicho al país que se tomara la situación más en serio. Podrían haber criticado a Trump por no hacer más. Dichas críticas, provenientes del propio partido de Trump, habrían recibido una gran atención. Hubiera tenido el potencial de alterar la política de administración de Trump y, por extensión, el curso que tomó la enfermedad.
Sin embargo, ambos prefirieron callar, no compartir aquella información, que el partido republicano y Trump consideraban, en enero, como alarmista, y algunos, los extremistas, como un complot de los demócratas para que los inversionistas, siempre atentos, antes que cualquiera, se pusieran nerviosos y condujera a una caída de la bolsa de valores.
Los primeros
El medio digital www.thedailybeast.com informa que la senadora Kelly Loeffler y su esposo, Jeffrey Craig Sprecher, presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, realizaron la primera venta de acciones de su propiedad el 24 de enero, el mismo día en que su comité, el Comité de Salud del Senado, organizó la sesión informativa privada sobre el coronavirus con todos los senadores y funcionarios de la administración, incluido el director de los CDC y Anthony Fauci, jefe del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.
Fue la primera de las 29 transacciones que Loeffler y su esposo hicieron hasta mediados de febrero, 27 fueron ventas, y dos fueron compras. Una de las dos compras de Loeffler fue por un valor de entre $ 100,000 y $ 250,000 en Citrix, una compañía de tecnología que ofrece software de teletrabajo y que ha visto un pequeño aumento en el precio de sus acciones desde que Loeffler compró como resultado de la agitación del mercado inducida por el coronavirus.
Al menos otros 3 senadores también vendieron la mayor parte de sus acciones en bolsa, antes de la caída: los republicanos James Inhofe de Oklahoma y Ron Johnson de Wisconsin, así como la senadora demócrata Dianne Feinstein.
Burr lo sabía y no informo a sus electores
La Radio Pública Nacional difundió un audio grabado en secreto donde el senador Burr se dirige a los líderes empresariales y miembros de la elitista sociedad Tar Heel Circle en un almuerzo en el Capitol Hill Club en Washington el 27 de febrero, cuando solo había pocos casos confirmados de COVID-19 en EE.UU.
En aquella reunión Burr dijo: “Hay una cosa que puedo decirles sobre esto: es mucho más agresivo en su transmisión que cualquier otro virus que hayamos visto en la historia reciente. Probablemente es más parecido a la pandemia de 1918”.
Si Burr ante los empresarios se mostraba alarmado ante la irrupción del COVID-19 en los Estados Unidos, con sus electores se mostraba calmado. Solo 3 semanas antes había escrito un artículo para FoxNews.com alardeando de la preparación del país, textualmente manifestó: “Estados Unidos hoy está mejor preparado que nunca para enfrentar las amenazas de salud pública emergentes, como el coronavirus, en gran parte debido al trabajo del Comité de Salud del Senado, el Congreso y la Administración Trump”
Hoy sabemos que el senador Richard Burr y su esposa vendieron entre $ 628,000 y $ 1.7 millones de sus acciones una semana después de escribir dicho artículo. Eso genera preguntas sobre si Burr, como presidente del Comité de Inteligencia del Senado, estaba actuando en base a información clasificada sobre la real amenaza del coronavirus, lo cual hace más vil esta historia.
Ninguno de los senadores que tenían información clasificada advirtieron públicamente sobre lo que venía, ni manifestaron su preocupación ante la actitud de Trump que subestimaba la crisis de salud que advertían los especialistas, más parecían ellos y el presidente preocupados por sus acciones en la bolsa de valores, que por las acciones a tomar para contrarrestar una pandemia que hoy se expande imparable por todos los estados de la unión. En total hay 19,624 estadounidenses infectados, y 260 fallecidos al momento de escribir este articulo. En una semana Estados Unidos ha duplicado el número de infectados que tiene Corea del Sur, que viene batallando con el virus muchas semanas antes.