Muchos en Argentina están lamentando los resultados del domingo, porque es volver a un pasado donde las políticas las imponían según los intereses partidarios de la cúpula que gobernaba Argentina. El peronismo de los Kirchner es el mismo peronismo que fundo Juan Domingo Perón, las mismas políticas que este impuso: limitar las importaciones, fomentar la industria nacional, usar la maquinita para financiar programas sociales, aunque esto aumentara la inflación... En suma, era volver a los viejos manuales de economía que habían fracasado ya en la época de Perón, pero que, gracias al golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, la bomba de tiempo que Perón había activado no estallo en su gobierno, sino en el de la dictadura que lo saco del poder. Asi mantuvo intacto su influencia política en la Argentina en todos los años que se mantuvo en el exilio, porque no sufrió el desprestigio de sus políticas económicas.
Macri actuó como aquella Revolución Libertadora, que salvaría a la Argentina del populismo peronista, y que no hizo más que hacer del peronismo un mito, y de su defenestrado gobierno un camelot perdido. Cuando Macri toma el poder la Argentina estaba en el piso, con reservas de dólares al mínimo, déficit fiscal, corrupción institucionalizada. Era un país inviable que necesitaba un shock económico para levantarse y volver a caminar. Macri hizo todo lo contrario, quiso bajar la fiebre, pero no combatir la enfermedad que hacía de un país rico como Argentina un desahuciado eterno. Su fracaso ha sido aprovechado por el peronismo para volver al poder. Es la esperanza de medio país que añora regresar a esos estados, espejismos, cuando Argentina fue más prospera, rica y generosa con quienes menos tenían.
Macri no está satisfecho con su gobierno, sabe que fracaso raudamente. Por ende, puede que ese gran porcentaje de votos que recibió, más del 40%, lo tenga animado. No ha muerto políticamente. Debe estar tranquilo, y hoy en la primera reunión con el candidato ganador, Alberto Fernández, seguramente pensaba que pasaría a la historia como el primer presidente no peronista que termina su mandato. Si, aunque resulte extraño, nunca antes, en los últimos 70 años, un presidente elegido en elecciones libres, que no fuera del Peronismo, acabo su periodo presidencial. Es el caso de Arturo Frondizi, Arturo Umberto Illia, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa. Quizás Macri pensaba en este último, célebre por el corralito y el estallido social que lo obligo a renunciar y huir de la casa rosada en helicóptero. Macri termina con casi la mitad de argentinos confiando en él para un segundo mandato, y no tuvo que renunciar, es sin duda una proeza en la siempre convulsionada Argentina.
En buena cuenta a la desilusión liberal que representaba Macri, ha llegado un hombre más pragmático, y podemos interpretar que muchos que no comulgan con el peronismo y su corrupción han creído que votando por quienes los metieron en este embrollo económico y social serán quienes los saquen otra vez de la crisis, como sucedió en 1989 con Menem, o 2002 con los Kirchner, en ambos ciclos el peronismo fue el salvador.
Hoy, cuando Argentina ha caído aún más bajo, el peronismo deberá como siempre cambiar el manual, quizás volver al pragmatismo de Menem, que sorprendió a todos y liberalizo la economía argentina en los 90’s. Lo que está claro es que Cristina Fernández, será un escollo para la administración de Alberto Fernández, quien no es Campora, y no renunciara por la lideresa. Habrá una lucha de poderes, y quizás, sorprendentemente, sea Macri quien auxilie a Alberto Fernandez en su afán de hacer cambios más profundos en la economía argentina. La alianza electoral de Macri mantiene una mayoría en diputados, afines al liberalismo, que estará complacida de apoyar cualquier medida que aleje a la Argentina del socialismo kirchnerista. En este escenario será difícil que el nuevo peronismo que asuma en enero del 2020 vuelva al desorden económico, y a desalentar la inversión privada. Por ello consideramos que Argentina puede volver con Alberto Fernández por la senda del crecimiento, pero estará en él romper esos ciclos de auge y caída que tiene Argentina, y alcanzar por fin un largo periodo de estabilidad económica y social.