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Martes 11 de Agosto del 2020

La vacuna rusa empodera a Putin y su doctrina antidemocratica

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Rusia ha registrado la primera vacuna contra el Covid-19. Y el mundo volvi


La vacuna rusa empodera a Putin y su doctrina antidemocratica

Hubo un tiempo donde era normal que un presidente se reeligiera perpetuamente, estaban Trujillo, los Somoza, Batista, Porfirio Diaz, Vicente Gómez y en las últimas décadas Fujimori, los Ortega, y quizás el más notorio de este siglo, Hugo Chávez. Muchos fueron reelegidos una y otra vez, y eran en la práctica dueños absolutos de sus países. No mencionamos a Fidel Castro, porque aquel es un caso diferente, simplemente Castro tomo el poder, y nunca lo soltó, hasta que la vejez le hizo imposible mantenerse como el supremo de Cuba.

¿A qué viene este recuento histórico? A que en la Rusia actual, el centro de la otrora poderosa Unión Soviética, se repite aquella vieja historia Latinoamericana de dictadores protectores, que padeció el continente desde la independencia. Putin es el padrecito de todos los rusos, lleva exactamente 21 años en el gobierno, directamente o a la sombra. Y que nos puede importar si los rusos cometen los mismos errores latinoamericanos, que permitieron la proliferación de dictadores, que incrementaron las desigualdades sociales y económicas. Pues, aunque usted no lo crea, mucho.

Venezuela el frente ruso
Creo que la mayoría está de acuerdo en que lo que sucede en Venezuela es una tragedia, millones de venezolanos han debido huir de su país ante la falta de recursos mínimos para sobrevivir, como por la ola de violencia política y delictiva. Venezuela es un estado fallido, donde no hay ley, ni orden… Ni comida. Lo que nadie entiende es porque en pleno siglo 21 la comunidad internacional permite que millones de seres humanos, muchas veces con niños, deban escapar de su país, mientras el gobierno sigue una política represiva contra disidentes politicos, y mantiene el mismo sistema económico fracasado, que hace imposible reconstruir la economía.

La respuesta tiene un nombre: Vladímir Putin. La incapacidad de occidente para coordinar una estrategia común y detener el drama venezolano se debe a la intervención directa del presidente ruso, bloqueando con China cualquier intento en la ONU de tomar medidas contra Venezuela. Si, también debemos incluir a ese otro actor, el presidente chino: Xi Jinping, quien recientemente reformo la constitución China para poder perpetuarse en el poder, hasta entonces limitada a máximo dos periodos, de 5 años cada uno.

¿Por qué a Putin le interesa tanto mantener en el poder a Maduro, y seguir llevando a la economía venezolana al abismo? Una pregunta que se responde con otra: ¿Por qué occidente le teme a Putin? Pues porque no quiere terminar siendo una Venezuela, o una nueva Siria. Putin ha intervenido en las elecciones presidenciales europeas, a usado sus recursos económicos, y cibernéticos (llámese ejercito de hackers) para desestabilizar muchos países occidentales. Está ya probado que los independentistas catalanes (no tocaremos el derecho catalán democrático de elegir su destino) tuvieron ayuda de hackers rusos, usando las redes para agitar las aguas, publicando información falsa. En Francia también se investiga si el movimiento de “Chalecos Amarillos” conto con la ayuda de la unidad de inteligencia militar rusa. Las movidas rusas van más allá que solo subvertir el orden, los grupos de extrema derecha europeos han recibido apoyo financiero y logístico. Los hackers rusos han tenido un trabajo de hormigas en redes sociales para impulsar las ideas de la extrema derecha atacando a la democracia occidental como un ente podrido. Al mismo tiempo que seduce a la extrema izquierda mundial, anti Norteamérica por antonomasia, y ha convertido a la figura de Putin como el adalid que liberara al mundo de la hegemonía estadounidense.

En julio el parlamento británico presentó un informe de inteligencia que concluye que Rusia interfirió en el referéndum del Brexit de 2016, el mayor golpe que ha tenido la Unión Europea desde su formación. En Estados Unidos ya se ha probado que hackers rusos fueron quienes hackearon la cuenta de email de la candidata presidencia Hillary Clinton, y realizaron una campaña de fake news contra ella. No es extraño que gente cercana al actual mandatario Donald Trump haya tenido reuniones secretas con espías rusos antes y durante la campaña.

Las decisiones que posteriormente tomo Trump como presidente demuestran que la apuesta de Putin hacia Trump fue bien recompensada. El presidente estadounidense no oculto su admiración por el hombre fuerte ruso. Y en más de una oportunidad ha preferido no enfrentarlo, ni a él, ni a sus aliados.

Gracias al libro The Room Where It Happened (La habitación donde ocurrió), del ex asesor de seguridad nacional, John Bolton, podemos entender que la influencia de Putin sobre Trump es más profunda de lo que se cree. Bolton escribe que, en una llamada telefónica de mayo de 2019, el presidente ruso Vladimir Putin realizó una "brillante exhibición de propaganda al estilo soviético" comparando al líder opositor venezolano, Juan Guaidó, con la candidata presidencial demócrata de 2016, Hillary Clinton. Desde aquella conversación que "persuadió en gran medida a Trump", este redujo su apoyo a Guaido y abandono a su suerte a los venezolanos.

La paz putiana
Putin ve al mundo como a principios del 1900, donde los intereses geo-políticos estaban por encima de los derechos humanos, y solo importaba tener aliados estratégicos que solivianten tus expectativas expansionistas. Aquel mundo de 1900 fue el que llevo a dos guerras mundiales, a genocidios como el armenio o el judío, a guerras bajo el pretexto de proteger minorías que compartían con las potencias idioma y tradiciones. Hitler invadió Checoslovaquia y Polonia para “proteger” a las minorías alemanas que vivían en dichas naciones, como Putin en pleno siglo 21 invade Crimea y arma a milicias rusas en Ucrania.

La paz de entre guerras, entre 1919 y 1939 fue una paz frágil, que permitió a Lenin y Stalin, como a Hitler o Mussolini acabar con disidencias dentro de sus países y tomar el control total del poder. Ninguna potencia quería volver a empuñar las armas, y por ello los regímenes autoritarios se expandieron. No hay que olvidar que la invasión de Polonia, no fue solo alemana, la URSS se anexo la mitad del territorio. O que Finlandia fue invadida por fuerzas soviéticas. Putin añora esa paz frágil, donde el miedo paraliza a las potencias mundiales.


Putin busca tener un club de dictaduras, que triunfen sobre las democracias. El problema para es que Rusia es un gigante con pies de barro, el PBI per cápita ruso es similar al chileno o uruguayo, está muy lejos del PBI de las democracias occidentales. Tampoco ha conseguido en 21 años de poder absolutista escapar del ciclo económico de las materias primas. Rusia sigue dependiendo de sus exportaciones de materias primas, petróleo, gas, minerales. Y como en la época de la Unión Soviética gasta más en armamento que en infraestructura. 


¿Qué puede buscar Rusia invirtiendo recursos en mantener dictaduras en Siria y Venezuela?
Nada, y mucho. En lo económico nada, son más las deudas que generaron sus intervenciones en Siria, donde el despliegue de armas y militares rusos fueron constantes durante casi 4 años. Acaba de comprar, el gobierno de Putin, todos los activos de la petrolera rusa: Rosnef, que explota y posee grandes reservas petroleras en Venezuela. En adelante será Putin el dueño de aquellas reservas. Una mala jugada si revisas la cotización del petróleo hoy en día, y más si todos los años los barriles de petróleo que se extraen en Venezuela se reducen. Entonces, ¿qué gana en este juego de mantener con vida regímenes autoritarios? Gana presencia en la escena internacional, haciendo pared con la china de Xi Jinping, y golpea el prestigio de los Estados Unidos en el mundo, manteniendo en alto las banderas de nacionalismos regionales, donde la democracia se vuelve un estorbo. Con la ayuda voluntaria o involuntaria de Trump está ocupando espacios que este abandona, como Latinoamérica o el medio oriente.

La respuesta al caos que el mismo creo
Venezuela y Siria son países ingobernables, donde unas élites han tomado el control de dichos países. La única excusa para no democratizar sus países es que de hacerlo volvería el caos, la democracia es caos, desorden, desigualdad. Es el mismo discurso de Putin tiene en Rusia, sin él volverá el caos a Rusia, haciéndole creer a sus conciudadanos que occidente esta contra ellos. Cuesta creer que después de 230 años de la revolución francesa, de la caída de los luises que validaban su régimen absolutista con la frase: “El estado soy yo”, todavía haya países en el mundo donde creen que una sola persona debe tener el control absoluto de sus países. Putin, Maduro, Xi Jinping, al Assad, Ortega o Lukashenko son parte de un club de dictadores, que desprestigian la democracia. Alimentando, tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda, en su cometido común: crear animadversión hacia la democracia. La izquierda mundial no asimila aun que fue Estados Unidos y el occidente democrático quienes derrotaron el mundo perfecto de la Unión Soviética, y eliminaron la influencia comunista en el mundo. Y la extrema derecha prefiere gobiernos nacionalistas anti inmigrantes, donde la religión vuelva a tener el protagonismo que perdió. Por ello son enemigos de la Unión Europea laica, o aborrecen en Estados Unidos al partido demócrata, al que consideran un partido socialista.

¿El éxito de Putin en Siria y Venezuela puede repetirse en el mundo?
Su mayor éxito de Putin, sin duda, ha sido hacer creer al mundo que terroristas islámicos querían acabar con el régimen sirio de Bashar al-Ásad, apoyados por Estados Unidos y la democracia europea. La jugada le salió perfecta, mantuvo en el poder a su aliado, y millones de sirios escaparon de su país en busca de refugio en la Europa democrática, que desestabilizo la unión europea, dividiéndola entre países que no aceptaban emigrantes y los que, como Alemania, ofrecían refugio. Seguramente no estaba en los planes de Putin aquella migración masiva de sirios, pero le sirvió para apuntalar a los partidos de extrema derecha, anti inmigrante, y anti Unión Europea, que Putin patrocina.

Lo mismo sucedió en Venezuela, millones de emigrantes escapando de Venezuela golpearon sobre todo a los países más democráticos, y que están en la esfera estadounidense, Colombia, Perú y Chile, poniendo a prueba sus solides económica.

Putin mantiene abierto el frente ucraniano, y el de las repúblicas bálticas, que siguen estando amenazadas por el oso ruso. Europa ha creado un polvorín en el frente oriental europeo, que puede estallar en cualquier momento. Todo puede cambiar si en los próximos años, la extrema derecha alcanza el poder, y desmiembra la Unión Europea y la OTAN, dejando el escenario europeo como antes de la II guerra mundial. Aquel sin duda es la principal motivación que tiene en Europa, dividirla y ampliar su área de influencia europea. Lo que sucede en Polonia o Hungría es una señal de alerta, ambas naciones desprecian los valores europeos en los que se fundó la unión, estando más cercanos a la doctrina Putin.

La supuesta victoria rusa en esta guerra contra el coronavirus, haciendo lo que otros países no se atreverían, declarar por decreto supremo la factibilidad de una vacuna contra el COVID-19, solo demuestra la necesidad patológica de Putin de imponerse sobre los países democráticos.

Lo que ahora mismo millones de personas en el mundo, que previamente fueron bombardeadas por hackers rusos sobre el negocio de los laboratorios occidentales, está pensando es que no es necesario pasar tantas pruebas para obtener una vacuna, y que si los laboratorios demoran en proveer al mundo de la vacuna es solo por avaricia. Mientras Putin, y su doctrina absolutista, parece resolver las cosas mucho mejor que la democracia tradicional.


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