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Jueves 03 de Junio del 2021

El complot que acabo con la reforma educativa en el Perú y con la gobernabilidad

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Los dos candidatos que disputan este 6 de junio la presidencia se aliaron en 2017 para liquidar la reforma educativa en el Per


El complot que acabo con la reforma educativa en el Perú y con la gobernabilidad
Hubo un largo periodo, del 2001 al 2016, en que los peruanos recuperaron la fe en sí mismos, ya nadie quería huir del país, sino permanecer en él, porque confiaban que podían progresar en su patria. La economía peruana creció como nunca antes en su historia; la pobreza se redujo a menos del 20% de la población, un éxito si consideramos que para el año 2000 el 58% de peruanos era pobre. La marca Perú se universalizo, los peruanos ya no eran el país más pobre y atrasado del continente, sino que hasta los europeos les otorgaron el honor de prescindir de visa para entrar en la espacio Schengen. Sin embargo este Camelot peruano, que sorprendía a los mismos Latinoamericanos, acostumbrados a vivir crisis políticas que provocaban crisis económicas, llego a su fin el 2016, cuando la extrema derecha que se encubría tras los colores del Partido Fujimorista, el perdedor de las elecciones del 2016, dejo las formas e inicio un periodo de guerra contra el estado peruano, y contra la sociedad civil que en esos 15 años de auge económico había venido exigiendo algunas reivindicaciones sociales, como mejores sueldos, mejores servicios públicos, pero sobre todo acabar con un sistema político corrupto.
Cualquiera quien gane las elecciones presidenciales del 6 de junio no garantiza que vuelva la calma, y la estabilidad politica, por el contrario quienes hoy disputan la presidencia organizaron, de forma aislada o conjunta, no se puede probar, una conspiración contra el sistema educativo público peruano que había alcanzado, bajo la administración del ministro Saavedra, una excelencia académica que no tuvo antes. Keiko Fujimori, lideresa del partido que dominaba el congreso, Fuerza Popular, junto con promotores educativos de colegios católicos y evangélicos, así como caudillos politicos que poseían universidades privadas, algunas de ellas clausuradas por no alcanzar un nivel académico mínimo, se organizaron para acabar con esta primavera educativa, y provocar la primera crisis ministerial del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Los colegios privados, laicos y religiosos, no querían un ente que supervisara a los colegios particulares, como sucede con las universidades, por eso pactaron con Keiko Fujimori para forzar, ellos en las calles, y el fujimorismo en el congreso, la dimisión del Ministro de Educación, Jaime Saavedra.
Lo que se buscaba con la caída de Saavedra, y la posterior defenestración de su sucesora, Marilú Martens, era acabar con la reforma educativa, que impulso la profesionalización de los maestros, aumentando los sueldos del magisterio en función de sus capacidades, se pagaba mejor a quien tenía maestrías y/o diplomados lo que garantizaba que los mejores maestros educaran. Un solo dato demuestra lo que perdió el Perú, el año 2016 muchos colegios públicos comenzaron a ofrecer periodos más largos de clases, de 7 horas al día, cuando antes el promedio de horas a la semana no superaba las 25 horas. En este punto se esconde otro de los temores que llevo al cartel de colegios privados peruanos a acabar con el ministro Saavedra, el miedo a que cuando los colegios públicos peruanos volvieran a contar con profesores calificados, mejor infraestructura y más horas de clases los padres, sobre todo del sector de clase media, volverían a enviar a sus hijos a los colegios públicos, poniendo en peligro el negocio educativo de muchos empresarios y miembros del clero.

Las reformas que emprendió Jaime Saavedra en el gobierno de Ollanta Humala fueron tan exitosas que cuando asume Pedro Pablo Kuczynski lo ratifica en el cargo, lo cual era un respaldo a una gestión que había modernizado la educación peruana. Su éxito fue su tragedia, o la tragedia de todos los peruanos.
Alguien dentro del Ministerio de Educación filtra el borrador del nuevo reglamento de colegios privados, que debía acabar con la informalidad de los colegios privados supervisando la calidad académica de muchos colegios que habían surgido en los 90’s, cuando Alberto Fujimori fomentaba el capitalismo informal. Cualquier empresario tenía libertad de abrir un colegio sin construir un colegio, cualquiera podía usar las instalaciones de su casa como centro educativo, y convertir dormitorios en aulas de clases. Esto llevo a que la educación privada casi superara en número de alumnos a la educación pública, que era deficiente; muchos padres preferían llevar a sus hijos a escuelas privadas, más bien negocios, porque vivían siempre bajo la amenaza de una huelga de profesores que podía dejar sin escuela por meses a sus hijos, como sucedía muy a menudo.
Lo que buscaba el ex ministro Saavedra era reglamentar la educación privada, impedir que un escolar fuera estafado por empresarios educativos a quienes no les importaba lo académico, sino lo comercial. Miles de escolares de estos colegios informales tenían problemas para alcanzar una plaza universitaria, por su bajo nivel de aprendizaje, lo que hizo que proliferaran academias pre universitarias donde un egresado de colegio debía volver a estudiar materias básicas.
Aquel intento de hacer un nuevo reglamento de Educación Privada fue calificado como un horror en agosto de 2016 por un conocido empresario de la educación, León Trahtemberg, alguien ligado a grupos de poder, que trabajo muchos años en medios de comunicación. Su voz de alerta fue el campanazo inicial de un concertado complot contra el ministro Saavedra. Al poco tiempo se forma un movimiento laico, con clara influencia de personajes de la iglesia católica peruana, como el Cardenal Cipriani, que se aglutina bajo el denominado grupo de “Con mis hijos no te metas”, que tiene como fin principal impedir que en la Curricula Escolar se incluya lo que ellos llaman: ideología de género, que ellos consideran parte de una conspiración internacional que busca “homosexualizar a los niños peruanos”, pero en realidad solo era un tímido intento gubernamental de hablar de sexo en los colegios, y tocar un tema tabú de las religiones cristianas: la homosexualidad.
Miles de padres de familia, ignorantes de que estaban siendo utilizados por la iglesia peruana, que tiene bajo su control cientos de colegios católicos privados, salieron a las calles, llenaron plazas, bloquearon avenidas, solo para poner en jaque al ministro y su revolución educativa. A la par los politicos, fujimoristas, apristas y caudillos con inversiones en el sector educación, se organizaban para interpelar al ministro en el congreso. Siendo un ministro eficiente, no tenían ningún motivo claro para defenestrarlo del ministerio, ni mucho menos podían usar el estribillo de que querían “homosexualizar a los niños peruanos”. La excusa vino, como siempre en el Perú por un reportaje mal intencionado de Panamericana Televisión, una televisora cuyo propietario es Ernesto Schutz, quien fue grabado por Vladimiro Montesinos recibiendo millones de dólares para que su canal no informara sobre casos de corrupción del régimen, y sobre todo resaltar la figura de Alberto Fujimori quien el año 2000 se lanzaba nuevamente a la presidencia de la república. Schutz sigue fugado de la justicia peruana, vive en Suiza, y desde allí mantiene una línea periodística que busca desestabilizar a los gobiernos que no le son afines. La denuncia del programa Panorama destapaba el caso de una funcionaria pública del ministerio de educación que habría recibido, supuestamente, una coima de una empresa para que los eligiera como proveedores en una adquisición de computadoras del ministerio; lo que debía ser una investigación fiscal, se convirtió en una interpelación. La mayoría fujimorista hizo su parte, si las calles pedían la cabeza del ministro Saavedra, si los caudillos politicos y empresarios de la educación exigían acabar con cualquier control sobre los negocios educativos, pues el fujimorismo complació a todos y censuro a Jaime Saavedra.
Pero el presidente Kuczynski no les iba dejar disfrutar mucho tiempo su victoria, eligió como sucesora del ministro a Marilú Martens, una especialista en educación pública, que había trabajado con Saavedra y era quien mejor podía asegurar una continuidad en el Ministerio de Educación. La mayoría fujimorista en el congreso volvió a la carga, la ministra Martens no duro más de ocho meses en el cargo. Esta vez no solo los fanáticos de “Con mis hijos no te metas” volvieron a las calles, sino que se organizó, con una facción disidente del sindicato nacional de maestros (SUTEP), una huelga nacional de profesores que exigían adelantar el cronograma de aumentos salariales que ya habían sido pactadas meses atrás. La huelga se extendió por varios meses. A todas luces era un plan concertado con el fujimorismo para desestabilizar la gestión de la ministra Martens. Esta vez PPK lucho por su ministra, y el primer ministro Fernando Zavala advirtió que si censuraban a la ministra de Educación, censuraban a todos, y eso hizo la mayoría fujimorista, censuro a todo el gabinete. Al poco tiempo seria Kuczynski quien debería renunciar a la presidencia presionado por la mayoría fujimorista.
Paradójicamente, el líder de aquella huelga que impulso la censura a todo el gabinete Zavala fue, el sindicalista Pedro Castillo, quien hoy compite con Keiko Fujimori por la presidencia de la Republica. Entre ambos acabaron con la reforma educativa de Saavedra, y con la oportunidad que tenía la clase media de volver a enviar a sus hijos a colegios públicos, como sucede en todos los países desarrollados del mundo, solo los más ricos matriculan a sus hijos en colegios privados. En el Perú sucede lo contrario la clase media y de sectores pobres hacen un esfuerzo y envían a sus hijos a colegios privados, no siempre recibiendo la mejor educación.


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