En el período prehispánico (el período anterior a la colonización española), los Incas no tenían una tradición de pintura de retratos comparable a la de los europeos (el Imperio Inca estaba en la costa oeste de América del Sur e incluía partes del actual Perú, Ecuador , Colombia y Bolivia). Sin embargo, tras la conquista española (c. 1534) se apropiaron rápidamente de las convenciones pictóricas europeas. Por ejemplo, las imágenes de los Sapa Incas (los emperadores, soberanos) en la famosa crónica ilustrada de Felipe Guamán Poma de Ayala, El Primer nueva crónica y buen gobierno (1615) se encuentran entre los primeros ejemplos de artistas indígenas que asimilaron por completo la cultura Europea.
El Museo de Arte de Brooklyn tiene en su colección una serie de catorce retratos de gobernantes incas; uno de los retratos representa al emperador Inca del siglo XVI, Atahualpa, vestido con elaborados textiles y luciendo joyas de oro. También sostiene un bastón real coronado con un sol dorado, y una corona dorada de serpientes entrelazadas descansa sobre su cabeza. Los retratos conservados en el museo de Brooklyn se basa en una serie de retratos anteriores que ilustró la Historia general de las hazañas de los castellanos en las islas y el continente del Mar Océano conocido como las Indias Occidentales del historiador y cronista español Antonio Herrera, publicada por primera vez en 1615. Historia General, una historia de las Américas en cuatro volúmenes, también conocida como Décadas, es una narración descriptiva de eventos centrada en la experiencia de los conquistadores españoles. La historia se divide en ocho décadas, cada una de las cuales se presenta con una única portada grabada. La portada (izquierda) que presenta la quinta década fue el modelo para la serie de gobernantes Incas de Brooklyn.
Tanto en la serie de grabados como en la de pinturas, las posturas y atavíos de las figuras, así como las estrategias de representación, se corresponden estrechamente. Los reyes Inca se muestran como figuras de medio cuerpo colocadas en círculos decorativos en los que están inscritos sus nombres y posiciones en la línea de sucesión real. Notablemente ausente del grabado de Herrera está la imagen de Atahualpa. Sin embargo, está incluido en la serie de Brooklyn, con una inscripción que dice "tirano bastardo Atahualpa". La escala aumentada de su figura en el redondel se desvía de las convenciones de los otros trece retratos, como los de Huayna Capac o Huascar.
Atahualpa y los españoles
Atahualpa fue el último Sapa Inca antes de que comenzara la conquista española alrededor de 1532. Como es explícito en la inscripción en el retrato de Brooklyn, él era el hijo ilegítimo de Sapa Inca Huayna Capac, quien murió de viruela en 1528. Atahualpa finalmente prevaleció en una guerra civil por el control del imperio, contra su hermano mayor, Huáscar (nacido de una madre diferente), una victoria pírrica que dejo al imperio convaleciente. Mientras continuaba la guerra civil, el conquistador español Francisco Pizarro, que había desembarcado en el actual Ecuador en su tercera expedición a las Américas, se dirigió hacia el sur a lo largo de la costa occidental del continente, saqueando y asesinando a su paso. En noviembre de 1532, Atahualpa estaba celebrando su victoria sobre su hermano en la ciudad de Cajamarca esperando la llegada de su prisionero, su hermano Huáscar. Se había enterado del grupo de expedición de Pizarro, pero creía que un séquito de menos de doscientos hombres representaba una pequeña amenaza. El 16 de noviembre, Atahualpa, suntuosamente ataviado, entró en la plaza de Cajamarca sobre una lujosa litera (una plataforma para pasajeros transportada por personas) acompañado por nobles incas y varios miles de guardias. Fue recibido por el fraile dominico Vicente de Valverde y un intérprete. Tras un tenso intercambio en el que Atahualpa arrojó al suelo un libro de oraciones católicas que le ofreció Valverde, el fraile llamó a los españoles que se habían escondido con sus caballos y artillería en los edificios que rodean la plaza. Pizarro hizo una señal a sus hombres para que cargaran, y en la emboscada que siguió, varios miles de andinos fueron masacrados y Atahualpa hecho prisionero.
En cautiverio, Atahualpa descubrió rápidamente la codicia de los españoles por la plata y el oro. Le ofreció a Pizarro un rescate impresionante a cambio de su libertad, prometiéndole llenar una habitación de aproximadamente 6,2 x 4,8 m hasta la altura de 2,5 metros con objetos de oro, y dos veces la misma habitación con objetos de plata. Durante los siguientes ocho meses, el oro y la plata llegaron a Cajamarca desde todo el imperio. A partir de junio, los españoles comenzaron a derretir el alijo del tesoro y a repartirse el botín. Después de que el rescate se fundió y dispersó, y en respuesta a la creciente presión entre el grupo de expedición, Pizarro hizo ejecutar a Atahualpa el 26 de julio de 1533 mediante garrote (un método de ejecución de estrangulamiento).
¿Quién era el dueño de esta serie?
Durante la época colonial, si visitáramos la casa de un poderoso cacique (un cacique indio o un noble) es posible que viéramos retratos reales que representaban la sucesión de los reyes Incas. Los retratos de las genealogías reales incas fueron especialmente importantes a fines del siglo XVII y XVIII; estas genealogías aristocráticas fueron empleadas por la élite Inca para afirmar su estatus social privilegiado y reclamar el poder político en el virreinato. Después de la rebelión de Túpac Amaru II (1780-81), las autoridades coloniales españolas prohibieron las imágenes incásicas (como las representaciones de los Sapa Incas) por temor a que las representaciones de antepasados aristocráticos incas, así como de la nobleza inca contemporánea, incitaran a levantamientos posteriores. Los retratos genealógicos Inca, como la serie de Brooklyn, habrían sido vistos como subversivos en este momento.
Hay dos fuentes posibles sobre quienes desarrollaron los grabados de "Historia General" en los que se basa la serie Brooklyn. Las primeras son pinturas de gobernantes incas prehispánicos encargadas en 1572 por el virrey Francisco de Toledo y enviadas al rey Felipe II de España. La segunda es una pintura encargada por Incas de ascendencia real en Cuzco que representa a los gobernantes Incas prehispánicos y sus descendientes. Esta pintura, que fue enviada a España en 1603, sirvió como evidencia del linaje real de los comisionados y estableció su reclamo de derechos como nobleza bajo la ley española. Desafortunadamente, dado que ninguno de los modelos propuestos para los grabados de la Historia General ya existen, nos limitamos a especular sobre su fuente original.