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Miercoles 25 de Marzo del 2020

El COVID-19 no aísla a nuestros adultos mayores, ya estaban excluidos mucho antes

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La actual pandemia de COVID-19 es un recordatorio visceral de las formas en que todos estamos conectados, somos un animal social, necesitamos salir y compartir


El Coronavirus no aísla a nuestros adultos mayores ya estaban excluidos mucho antes


El distanciamiento social es crucial para reducir la curva evolutiva del virus, para darle a nuestro sistema de atención médica una oportunidad de luchar contra el virus. La soledad y el aislamiento obligado serán difíciles de sobrellevar, y aunque en algún momento la vida volverá a su normalidad, hay un segmento de la población que puede verse afectado por el COVID-19 a largo plazo, y prolongar su aislamiento y soledad.

Ya sabemos que los más vulnerables al Coronavirus son los ancianos, las estadísticas lo confirman, mientras los más jóvenes quizás, con el tiempo, desarrollen anticuerpos, su sistema inmunologico en pleno desarrollo los protejara. En los adultos mayores la posibilidad es menor, por cuanto sus defensas son cada vez más bajas.

“Esto se define como un estado de desregulación del sistema inmune que se manifiesta en una menor capacidad de respuesta inmunológica, sin constituir una inmunodeficiencia propiamente tal, caracterizada por una declinación gradual de la respuesta inmune celular y humoral, estrechándose especialmente el espectro funcional de ésta, lo que se expresa en un aumento de las tasas de morbilidad y mortalidad por infecciones, neoplasias y fenómenos autoinmunes”, señala María Angélica Marinovic, inmunóloga chilena.
 
¿El COVID-19 puede condenar a los adultos mayores a un prolongado aislamiento?
Esas son las paradojas del siglo 21. La soledad y el aislamiento es ya una realidad generalizada para muchas personas. Más del 61% de los estadounidenses informaron estar solos o sentirse solos en 2019, un aumento de 7% respecto al año anterior, donde el 54% considero que se sentía en soledad. El porcentaje de adultos estadounidenses que informan que no tienen a nadie en quien confiar se ha triplicado desde mediados de la década de 1980, y más de una cuarta parte de los ancianos manifiesta que no tienen a nadie, que están completamente solos.

Todos en algún momento de su vida sienten algún tipo de soledad, pero para algunos aquel sentimiento es manejable, se acostumbran a la soledad, y lo afrontan, integrándose a nuevos círculos de amigos con intereses comunes, por ejemplo, clubes de lectura.

Sin embargo, no todos, especialmente los ancianos, que van perdiendo amistades, por la muerte o incapacidad física de movilizarse de sus antiguas amistades, quieren integrarse a nuevos grupos de amigos, y se auto recluyen en sus casas.

Este aislamiento que vivimos nos debe llevar a reflexionar sobre ese segmento de nuestra sociedad, los adultos mayores que viven permanentemente aislados, sin hijos o con hijos, pero en estado de abandono.

Cuando pase esta pandemia, deberíamos volver la mirada a las personas adultas mayores, y redoblar esfuerzos por volverlas a integrar con nosotros. Muchos países desarrollan programas para el adulto mayor, a través de diversas instituciones, se organizan eventos, bailes, paseos, seminarios, en busca de fomentar una mayor movilidad.

No es solo sacarlos de la casa y que caminen en el parque, es crear nuevos vínculos afectivos, conocer nuevos amigos, y experimentar nuevas rutinas, que antes por trabajo o tareas domésticas no descubrieron.

El adulto mayor tiene un sinfín de actividades nuevas para practicar, y gracias a la tecnología puede muchas veces, si le es imposible movilizarse por la persistencia del coronavirus, acceder a círculos de amigos virtuales, jugar en línea, ajedrez, por ejemplo, o compartir en redes sociales con viejos amigos o familiares que permanecen físicamente distantes, pero que pueden estar más presentes gracias a los Smart Phones.

El problema es que los adultos mayores no están preparados para las nuevas tecnologías, y les puede costar aprender a subir fotos en Facebook, bajarse una app, o a manejar canales de Streaming. Y aquello puede ser una oportunidad para integrar a nuestros ancianos con los más jóvenes.

Los adolescentes pueden introducir a los adultos mayores a nuevas tecnologias
Marvin Joseph/The Washington Post/Getty Images


Siempre nos quejamos del individualismo de nuestros hijos, de la poca empatía que tiene esta generación de “Nativos Digitales” con el resto de habitantes de la tierra, parecen más preocupados por el medio ambiente, y nada por las relaciones humanas, sobre todo intergeneracional. Deberían, en un futuro cercano, las escuelas desarrollar programas para que nuestros hijos dediquen una hora, por lo menos, a enseñar a las personas mayores las nuevas tecnologías. Abrir los colegios los fines de semana para que haya un encuentro intergeneracional, aquello marcara la vida de nuestros hijos, que viven inmersos en un ambiente de confort, literalmente en una nube, y desconocen el mundo real, y lo que afrontan millones de personas al envejecer.

Que esta crisis de salud, que nos afecta a todos nos permita crear conciencia sobre aquellos que viven permanentemente aislados y solitarios, está en nosotros poder darles un nuevo sentido a la existencia del adulto mayor.


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